lunes, 14 de abril de 2008

¡A que no lo encuentras!

Si hay un juego al que jugamos todos los niños y niñas cuando eramos pequeñajos era sin duda el escondite. ¿Habrá un juego más sencillo que este? Pues no lo creais, porque para elegir al pobre que le tocaba buscar a todos los demás había que seguir una serie de "normas" y saber popular que lo hacía bastante complicado. Eso si, el sistema era muy democrático, pero no se de que manera siempre le tocaba al mismo.Una vez elegido el chaval o chavala tenía que contar hasta un número y los demás a correr. Se escondían por todos los sitios, había gente que incluso se iba al centro del pueblo y ya no volvía. La partida duraba horas y horas. Y había gente que se ponía justo al lado del que contaba los números para justo después de decir el chico: ¡Cien! El de al lado ponía la mano en la pared y decía: "¡Un, dos, tres, salvado!" Y ale, salvado sin matarse en esconderse. Así iba continuando el juego, con el famoso: "Eh, ¡que te he pillado!". Y luego el momento no menos mítico y el que daba más rabia si te habia tocado contar, es que después de que unos cuantos se hubieran salvado y otros cuantos hubieran sido pillados. Aparecía el último, como por arte de magia, de vete a saber donde, al igual era el que venía del centro del pueblo, y soltaba la frase perfecta: "¡Un, dos, tres, salvado por todos!" ¡Toma ya! El trabajo de toda una tarde a tomar por saco. Claro está, el que había sido pillado el primero saltaba de alegría, pero el que habia contado el pobre, tenía que empezar otra vez. Y así era el escondite, que seguro que todos vosotros jugastéis también. Eso sí, al igual vuestro vocabulario era distinto, en cada pueblo se hace de una manera. Bueno pues para pasar el tiempo se nos ha ocurrido jugar a eso...al escondite. Hemos cogido toda la panda de mariquitas que hay en casa y a "Wally". ¡A que no lo encontrais!.
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