viernes, 18 de octubre de 2013

Calendario.


Un día, risa loca…,
                  y otro, lágrimas;                       
sin que medien caricias ni querellas…
Son estados del alma o de la mente,
que en forma ya consciente o subconsciente
marcan el frágil rostro para siempre,
con el sello indeleble de sus huellas.

Desprendo una hoja cada día,
del calendario que me mira atónito…,
y en el desgarre que mi impaciencia deja,
creo escuchar del número que fue,
una débil queja.
La culpa no es de nadie;
no del día que pasa…,
ni de la noche,
que transcurre amparada 
en la luz ya mortecina
de la luna llena,

Si vieras mi mirada,
como un ave...
cazando horizontes y estrellas
el universo es mío desde que tú te hiciste
techo de mariposas para mi corazón...
Es tan azul el aire cuando muevo mis alas,
que el vuelo nace eterno en repetida ola sin cansancio,
no sé si en ola o nube abrirme a la ternura
para rodarme al sueño donde duermes...

Te he visto con los ojos vivos
como los ojos abiertos de los bosques,
figurándome en risas y quebradas, 
nadando hasta el océano de tus risas,
te he recogido en huellas de canciones marinas
donde una vez dejaste corazones de agua enamorados.
te he levantado en un lirio de luz
que floreció en mi mano al recordarte...

Tú eres vivo universo contestándome?
ni del mismo destino, quizá,
ni de la vida…
¿De quién será?...me digo,
mientras mis dedos
arrancan una hoja cada día… 

martes, 13 de agosto de 2013

Alivio

Cuando el azul negro terciopelo se cierne sobre la tierra y las estrellas decoran con sus luces el firmamento haciendo un cortejo para que la blanca luna aparezca luciendo su corona de plata, en ese preciso momento es cuando lo real y lo irreal se confunden y nacen dentro de mí esas ansias de soñar...soñar que estás junto a mi.

Daria todo el oro de mi tiempo, las estrellas de mi noche,
bajaría la luna a tus pies...por acortar esta espera,
todo lo daría por tenerte aquí, pero si todo esto vale la pena...¡¡Es por ti !!



miércoles, 29 de mayo de 2013

Hoy atrapé un suspiro.



Hoy atrapé un suspiro que venía perdido en el viento,
me dijo estar triste, sentir melancolía, 
que el amor se le iba tras los días, donde la nostalgia lo envolvía.

Lo acuné en mi alma, lo puse tan cerca de mi pecho,
que escuchara mis latidos,
que mi corazón le dijera tantos te quiero.

El viento trajo un suspiro, lleno de mucha tristeza, 
lo envuelvo con ternura, le susurro mi poesía, 
descuelgo la luna la pongo en su lecho, 
mientras le susurro que vive eternamente en mi pecho.

Mi dulce suspiro, acaso dudas de mis te quiero,
acaso el frío hoy besa tu espalda
la soledad ha danzado en el patio de tu alma…
Pero alza tu mano al cielo, encuentra ahí mi voz
con ella cantaré tonadas, declararé poemas dulces versos de amor.

Ahora encontré un suspiro, venía colgado del viento,
traía un lamento escondido en desesperación,
le dije que lo quiero tanto, que vive en mi corazón,
que mis manos lo acunan para aliviar su dolor.


miércoles, 24 de abril de 2013

Mei Ming (Sin nombre)






A mediados de los años 90, unos reporteros de la BBC entran en un orfanato chino y encuentran en una de las famosas "habitaciones de la muerte" a una niña, agonizante, de uno o dos años bajo unas mantas esperando, abandonada, a que su corazón dejara de latir (lo cual ocurre a los pocos días).

Un documental inmortalizó a esta niña conmoviendo al mundo. A ella va dedicada esta canción. La canción es un sueño que, quizá, ella pudo tener bajo esas mantas, en su soledad.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Horas.....



Me acordaré de ti
todas las noches a las once!...

En la plaza sin luna de tu ausencia
pronunciaré tu nombre
con el mismo temblor del primer día
todas las noches, a las once!...

Y aunque esté en un café, o en un teatro
o en un duelo, sin que nadie me importe,
te llamaré -subasta de mi pena-
todas las noches a las once...

Y si la gente -¡qué importa la gente!-
no sabe, no comprende, no conoce
lo que es el amor, que aprenda de mis labios
todas las noches a las once...

Que cariño que no es nube, ni melindre,
sino sangre, canción, olvido y monte...
Se quiere así, gritándolo a los vientos,
todas las noches a las once...

Y un día llegará -que Dios me oiga!-
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
tú estés bajo la lluvia de mis besos
a las diez, a las once y a las doce.