Llevábamos apenas unos días contigo, y ya te habías ganado un lugar muy grande en nuestros corazones y en nuestras vidas. Desde aquel día hasta que terminaron las vacaciones, me diste mucho más que tus besos y abrazos, mucho más que tus risas, mucho más que tus juegos, mucho más que tus ¡Fernando! ¡Fernando! ¡Fernando!..., me diste ilusión y esperanza. Desde aquel día me recuerdas que todo saldrá bien.
El último día, parpadeando tus ojos, me lo volviste a preguntar ¿Fernando, que te estoy diciendo?. Esta vez sí lo sabía y sin pensarlo te contesté… ¡Que no quieres que me vaya!. Un poco triste y sin hablar me dijiste ¡si! asintiendo con la cabeza…esta vez lo había adivinado.
Muchas gracias a Lola y Paco, padres de Noelia, por dejarnos entrar en sus vidas y abrazar a su princesa.