martes, 27 de abril de 2010

Eterna mirada a Oriente



Hay un barco frágil y desesperado que se desliza sobre el mar
Lleva extendidas sus velas, unas veces nuevas y relucientes…
Otras quemadas por el sol.
Tiene tan solo unos metros de eslora
Que roza suavemente las olas,
Olas que presiente el corazón.

Se acompaña siempre de libélulas vietnamitas, de golondrinas peregrinas,
De amaneceres serenos y amarillos, cálida esperanza y de brisa marinera.
Surca atardeceres, persigue horizontes diariamente,
Busca incansable viejos puertos,
Donde las corrientes, el mar y el viento, no rompan la quilla con su azote…
Y busca incesante las razones de su larga travesía.

El lucero del alba es el duende que lo guía,
Las estrellas nocturnas son su compañía,
Las olas y los vientos su respiro, y ya de noche y angustiado…
Le grita a la luna que observa el mar embravecido,
Solo pregunta el rumbo y su destino
Y es que se sabe aún perdido.

Un barco que siempre fue la espuma de las olas,
Un atardecer temprano y limpio,
Una eterna mirada a Oriente.
Que no teme tempestades ni tormentas,
Un crepúsculo y un sueño
Un beso en primavera.

Este barco no sabe vivir a la deriva
Debe navegar con rumbo fijo
No quiere más abrazos que su puerto,
No ama nada más…
Que el mar, el cielo…
Y su SUEÑO.

AUTOR: MARY CARMEN MIGUEL